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Celos, envidia, avaricia y otros sentimientos le pusieron precio a su cabeza

El caso de Olga Eugenia Sanabria de La Torre, quien fue asesinada por
sicarios dentro del centro educativo San Marcelo, que era de su
propiedad, dio un giro inesperado. Según la policía, su muerte habría
sido por disputas propiciadas por una herencia donde figura, entre otras
cosas, un colegio del Callao.

Las primeras investigaciones dan cuenta que la mujer y Edwin Sanabria de
La Torre, su hermano, estaban distanciados desde hace un año cuando
falleció la madre de ambos. La mujer prefirió dejar a la fémina el
plantel donde fue asesinada y el 40% de las acciones de la sede chalaca
de la misma institución educativa.

Según informaron los agentes, él no estaba de acuerdo con la situación y
trataba por todos los medios de tener presencia en el colegio del
Callao, donde sólo era el copropietario. Esta supuesta injusticia lo
haría, por el momento, presunto autor intelectual del crimen.

Asimismo, de acuerdo a la versión de los testigos, la esposa embarazada
del hombre, quien se desempeñaba como profesora en el colegio donde
ocurrió el crimen, fue despedida en febrero por la ahora fallecida. Esto
habría sido la gota que derramó el vaso.

Sin embargo, no sólo el hermano de la víctima está bajo la mirada de los
agentes. El Ministerio Público informó que la relación de sospechosos es
amplia, tanto como la de los posibles móviles. Los investigadores
continúan con las pesquisas y, mientras tanto, todos se preguntan quién
asesinó a esta mujer y cuáles fueron los motivos.

¿Quién y por qué?

“El criminal preguntó por ella y luego de verificar quién era recién le
disparó. Esto demostraría que ni siquiera había visto una fotografía
suya”, explicó uno de los agentes de la Divincri de Los Olivos,
encargada del Caso.

Posible extorsión

Esta es una de las principales hipótesis que manejan los agentes. Según
la misma, Olga Eugenia Sanabria rechazó pagar cupos “a cambio de
seguridad”. Su decisión de no acceder a las extorsiones habría sido para
los sanguinarios una afrenta sólo vengada con su muerte.

Tal versión se refuerza porque, entre el 12 y 28 del mes pasado, ella
recibió cuatro llamadas amenazantes. Tal accionar es, según los agentes,
‘común’ en la urbanización Virgen del Carmen de San Martin de Porras. En
el lugar tres constructoras denunciaron este año intentos de extorsión,
y no serían las únicas.

El viudo europeo

Otra de las versiones de los agentes incluye al esposo de Olga Sanabria,
la dueña del colegio San Marcelo de San Martín de Porres y accionista
del mismo en su sede del Callao. El hombre es un ciudadano francés quien
reside con sus dos hijos en la ciudad de Valencia, España.
La policía indaga sobre él porque es el principal heredero de los bienes
de la abogada.

"Se han visto casos en que se ha recurrido a sicarios para deshacerse de
parientes y quedarse con todos sus bienes", explicó un alto oficial de
la policía.

Olga Sanabria domiciliaba con ellos en esa misma localidad europea y
desde la muerte de su progenitora llegaba con cierta frecuencia a Lima
para supervisar sus negocios. Había arribado a fines de enero al Perú
para coordinar el inicio de las clases escolares.

Hasta el cierre de la presente edición el viudo y sus hijos aún no
habían llegado a la capital. Se espera que lo hagan hoy y ayuden a las
investigaciones. No se precisó si los esposos afrontaban dificultades en
el matrimonio.

Los despedidos

Por último, según la policía, también rendirán su manifestación seis
trabajadores que fueron despedidos por diversas razones en los últimos
meses. La profesora Flora Bustamante, esposa de Edwin Sanabria, el
hermano sospechoso, está incluida en la relación. Se cree que alguno de
ellos pudo contratar al sicario para vengarse de la dueña del colegio.

Celos, envidia, avaricia y otros sentimientos habrían influenciado en la
decisión de eliminar a esta joven maestra y educadora, quien cometió el
‘pecado’ de aceptar las posesiones que buenamente su progenitora le dejó
antes de morir.

Un colegio en San Martín de Porres y uno en el Callao le pusieron precio
a su cabeza y hoy tristemente, sus menores hijos son quienes deben vivir
en la más absoluta tristeza debido a un complot sangriento que,
probablemente, nació en las entrañas de sus propia familia.
Los agentes de la Divincri del Los Olivos continúan con las
investigaciones del caso.

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