Mercado informal se convierte en esta época del año en una bomba de tiempo difícil de controlar
En esta época del año cualquier "recurseo" es válido para conseguir alguito más de dinero y pasar una Navidad decente. Y eso es lo que hacen cientos de chalacos que salen a las calles del centro de la ciudad con algún producto qué ofertar ante la gran concurrencia de público en el lugar.
Es así que, en zonas como "La Paradita" del jirón Cochrane, un mercado improvisado que de por sí no cuenta con un orden, el número de vendedores ambulantes se incrementa considerablemente acorde con la demanda de la población que llega hasta el lugar y, sin medir ningún peligro, acondicionan sus ‘puestos’ en el primer lugar disponible que encuentran sin ser consientes que ponen en riesgo a sus propios clientes.
En el lugar la gente camina como en procesión a lo largo de Cochrane y por las intersecciones de Buenos Aires, Apurímac, Loreto y Ancash. Es un mar de toldos, mesas, mercadería. La calle se reduce a un tránsito de dos a tres personas máximo que ocupan el ancho del jirón y obstaculizan el paso de otros peatones. Los propios ciudadanos, compradores del lugar, se quejan de este punto.
“No se puede ni caminar, a las justas pasará una o dos personas. Siempre voy a comprar a “La Paradita”. Ese mercado está mal allí porque han ocupado tres cuadras y se han ubicado en medio de la pista”, manifestó Celia Pino, quien se encontraba en un puesto del lugar.
La seguridad en el lugar no es mucha. Se ven policías que incrementan la seguridad por fiestas; sin embargo, aún son pocos para la gran cantidad de compradores. Ellos no podrían contener una emergencia de grandes proporciones.
Varias personas del lugar aseguraron que es un mercado peligroso pues muchas personas de mal vivir rondan por el lugar y roban sistemáticamente a quien pueden.
Por otro lado, un movimiento telúrico, como el ocurrido recientemente en la madrugada bastaría para que se desate un caos en “La Paradita”. Muchos morirían por la impresión, por empujones, asfixia y hasta aplastados por la aterrada turba.
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