FALTA DE AGUA Y DESAGÜE ENFERMA A LOS POBLADORES DE ‘EL AYLLU’

En el 2013 dejarán sus casas para el‘Jorge Chávez’ pero mientras, desean vivir en condiciones humanas

El día 10 del pasado mes, en el diario oficial El Peruano, se publicó
una norma que señala como de necesidad pública la expropiación de los
terrenos adyacentes al aeropuerto internacional Jorge Chávez. Los mismos
serán utilizados para la ampliación del terminal.

Con ello, en febrero del 2013, casi 824 familias de distintos poblados
deberán dejar sus viviendas e iniciar una nueva vida. El Estado aseguró
que para ellos existen tres opciones de indemnización, que van desde la
entrega de nuevas tierras, hasta pagos en efectivo por los predios.

La oferta no sería nada despreciable, así, los residentes de los
asentamientos humanos ya estarían listos para abandonar sus viejas
viviendas, sin embargo, mientras eso ocurre, sólo quieren vivir en
condiciones dignas de un ser humano. En el asentamiento humano El Ayllu,
esto no ocurre por el posible olvido de las autoridades.

Pestilencia que enferma

Unas 500 familias de dicha zona (conocida también como Ex hacienda San
Agustín) se ahogan en la pestilencia e inmundicia que ha provocado el
colapso del improvisado servicio de desagüe con el cual cuentan. El
mismo en realidad es una simple acequia.

En el lugar no existe un sistema de agua potable y alcantarillado y por
ello el fétido olor y la proliferación de insectos se ha convertido en
el tormento de los casi dos mil chalacos que residen en este terreno,
destinado también a la ampliación del ‘Jorge Chávez’.

El hedor continuo e insoportable no es el único ni más grave problema de
la comunidad. Desde hace un mes los canales de regadío están casi secos
y apenas cargan agua empozada que aumenta el número de insectos y
roedores, ambos transmisores de graves enfermedades.

"Esta acequia ha provocado la proliferación de zancudos (por el agua
estancada) que afecta directamente a nuestros hijos", explica Julia
Gavilán, madre de cinco niños.

El calor insoportable, así como la pestilencia del ambiente, la
polvareda y la desproporcionada presencia de mosquitos hacen muy difícil
que los vecinos del lugar ‘disfruten’ de su último año en el lugar.
Ellos sólo desean vivir en condiciones humanas.

"El dengue es constante. La posta no se da abasto, se han incrementado
los casos de niños con fiebre y diarrea", dice José Yataco, dirigente
del lugar.
Las casas no cuentan con baños propios y la población comparte uno
público, instalado en una parte de la acequia principal que recorre El
Ayllu. La instalación ha colapsado y ahora los roedores pululan por el
lugar generando el miedo de todos. "También tememos por las enfermedades
bubónicas que pueden trasmitir las ratas", explica Yerson Gavilán
Quispe, de 28 años.

0lvido que indigna

Personal del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC),
sostuvieron un dialogo con los dirigentes de El Ayllu, respecto a la
expropiación de los terrenos. En ella, también se tocó el problema del
alcantarillado, sin embargo, no se obtuvo una respuesta favorable.

La posta del lugar está rebalsando y los casos de fiebre y diarrea se
disparan. Las fétidas aguas, expuestas al inclemente sol, están
enfermando a los residentes, pero, según ellos mismos hasta el momento
nadie les presta la ayuda necesaria.

Presumiblemente, los vecinos nunca verán una obra de agua y
alcantarillado pues, al quedarle sólo un año de vida a su comunidad,
para las autoridades sería inútil invertir dinero para solucionar el
problema de la acequia-desagüe.

¿Necesidad pública?

Para quienes padecen por el insoportable calor, pestilencia, polvareda y
la desproporcionada presencia de mosquitos y roedores, un año es un
tiempo casi eterno donde las graves enfermedades pueden cobrar la vida
de niños y adultos.

Teniendo en cuenta esto, de qué necesidad pública habla el Congreso en
su norma emitida el mes pasado, respecto a la expropiación de terrenos.
El Ayllu está enfermo y aproximadamente 500 familias necesitan apoyo
urgente para vivir en condiciones dignas de seres humanos hoy mismo y no
en el futuro, cuando deban dejar la tierra donde morarán sus recuerdos.