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En el Cementerio del “Cerro La Regla”…
¿Ha pensado ya como le dirá adiós a este valle de lágrimas amigo lector?, ¿si su sepelio será acompañado con una gran pompa fúnebre? o si se hará erigir una mastaba a usanza de los faraones egipcios… existe actualmente toda una industria funeraria –marketing y publicidad incluidos- que le ofrece elegir su última morada a todo lujo… pero si el presupuesto no ayuda, no tiene sino que acudir al Cerro La Regla, y es que después de todo, diferencias de escala social aparte, nadie está menos o más muerto que el otro…

Vivos y muertos juntos
Aquí en el Cementerio Santa Rosa aquello de “No tener donde caerse muerto” no es sino una frase sin importancia, todos tienen aquí derecho a un pedazo de inmortalidad, no obstante su bolsillo, con todo, en esta “necrópolis” donde los occisos parecen darse la mano con los que están vivitos y coleando… ya que no parece haber más limite que el aire entre donde viven los vivos y yacen los muertos.
Este cementerio ubicado al pie del cerro La Regla en Ventanilla, es sinónimo de negocio para unos y peligro para otros. El camposanto no cuenta con murallas que la separen del poblado que la rodea, lo cual obliga a la gente a tener como hábitat singular un laberinto de nichos, lápidas y coronas fúnebres.
“Además –dice Rudecinda Ñaupa, vecina de la parte donde yacen los vivos- las personas están expuestas a sufrir cualquier enfermedad, quienes entierran a sus deudos en este cementerio son individuos que no cuentan con recursos económicos ya que el costo de los nichos es de 350 soles en cualquier nivel, es más, muchos de estos nichos no cuentan con lápidas por falta de dinero”.
Un siglo de antigüedad
Con más de un siglo de antigüedad, el cementerio de Santa Rosa se encuentra en ventanilla conocida también como cerro la regla queda a tan solo cinco minutos del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, por su accidentada construcción la ciudad y cementerio son continuos, esto ha generado una curiosa relación de simbiosis en el lugar. Definitivamente las condiciones de seguridad, saneamiento y cuidados generales de este cementerio y las condiciones de vida de las familias aledañas no son las mejores.
No obstante, hay quienes han advertido que la cercanía del camposanto, cuyo establecimiento como tal data de la primera década del siglo pasado, supone un peligro para la salud de los pobladores debido al polvo y mosquitos que abundan en el lugar. Incluso, el poblador Jorge Bautista destacó la necesidad de que se realice una fumigación a lo largo del cementerio. El camposanto continúa creciendo y gana terreno al pueblo invadiendo varias de sus áreas debido a que no existe un plan o diseño que fije sus límites con respecto al poblado.

El negocio de la muerte
Cien años antes de que en aquel lugar se estableciera un cementerio, se hallaba en el lugar la Hacienda Taboada que pertenecía al señor Antonio Alarco, el cual ocupaba un área de 347 hectáreas. Debido a la cantidad de hectáreas libres muchos pobladores al no contar con recursos económicos para enterrar a sus seres queridos, optaron por hacerlo clandestinamente en el cerro… sin embargo, mucho antes que “los muertitos” e incluso el propio señor Alarco, los antiguos peruanos solían habitar, ah{i, como lo confirman las ruinas pre incas que aún subsisten en el lugar.
La Asociación de Trabadores del Cementerio, quienes se encargan de la administración y cuidado del lugar, paga un porcentaje por cada nicho a los dueños actuales, descendientes del Sr. Alarco. Asimismo, la profusión de deudos que suelen visitar a sus difuntos, genera diferentes negocios como la venta de flores, velas y golosinas entre otros productos.
El precio de los ornamentos funerarios es un tema parte, dependiendo el material, una lápida puede costar entre 900 a 1.200 nuevos soles, las de mayólica pueden importar 300 ó 500 soles, dependiendo del acabado. El precio de la reja suele ser de 150 nuevos soles. Pero si los muertos tienen que descansar, los vivos tienen que seguir viviendo, el Cementerio Santa Rosa, recibe mensualmente a miles de personas que llegan a visitar a sus seres queridos, quienes en tanto hacen compañía a sus seres queridos, arman todo un día de campo, recurriendo a los vendedores de cerveza y comida que ofrecen su oferta a la entrada del cementerio.

Regla de ultratumba
Actualmente, algunas personas inescrupulosas llegan a este cementerio a profanar las tumbas, extraen los dientes de oro, aretes, collares, anillos, entre otros artículos con los cuales han sido enterrados los cuerpos. Aquellos individuos de malvivir ingresan al cementerio para drogarse y sustraer las lápidas, es más ni los candados se salvan de estos sujetos.
Las familias que vienen a visitar a sus difuntos ponen las flores en una botella de plástico pues están cansados que los ladrones hurten todo lo que encuentran al paso. Así mismo, se realizan actos de magia negra. Los brujos se acercan para realizar pactos con el demonio y perturban las almas de los difuntos. Periodistas de Prensa Chalaca comprobaron que se realizan estos actos, ya que se encontró botellas de agua florales y trabajos de vudú en la zona alta del cementerio.
“El cementerio se limpia diariamente, manifiesta María Portillo Mendoza (38) quien trabaja limpiando el cementerio, pero siempre encontramos botellas de bebidas alcohólicas como Triple X, Yonke, Punto G, lo peor de todo es que las personas pueden ingresar libremente al cementerio y hacen lo que quieren en el lugar, en varias oportunidades he sido testigo de la falta de respeto hacia los difuntos pues estas personas realizan sus necesidades”

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