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Para muchos, la campaña electoral ha sido una constante guerra sucia que sin duda lo podemos ver reflejado con tan solo dar un paseo por las calles. En el Callao, hubo mucho de esta guerra sucia, con hasta amenazas de por medio que aquí se las contamos. Durante la campaña electoral se ha visto de todo, comenzando por un circo de actos, de nervios, y para muchos de pérdida de papeles, de insultos y de descalificaciones a los adversarios políticos. Una feria llena de colorido en la que algunos se preocuparon en realizar un mensaje de ilusión, de gestión y de progreso; otros, por no decir la mayoría, se dedicaron a hacer una campaña sucia, llena de insultos, falsos rumores, críticas infundadas. En resumen fue una campaña política como muchas otras. Pero la competencia no acabó ahí. Los paneles, afiches y panfletos formaron también parte del juego; pues todos los candidatos, tanto congresales como presidenciales, necesitaban obtener los mayores votos para estar dentro de la lista de clasificados, y así tener más oportunidades y pasar la valla.


Todo es válido

En estas elecciones, los carteles y paneles han jugado un papel importante. Así los ciudadanos se informaban sobre quiénes eran los candidatos que postulaban y, en especial, qué ofrecían. Algunos de los pobladores más animados se atrevían a escribir con plumones su opinión (no muy positiva) sobre los aspirantes, afectando su campaña. En el amor y en la guerra todo vale dice el refrán. Bueno, es claro que en estas elecciones hubo mucha más guerra (sucia) que amor. Los candidatos congresales y presidenciales atacaron una y otra vez a sus rivales con la intención de mermar su voto en las encuestas. Los insultos iban y venían como la infame pelota del juego llamado "matagente". En las últimas semanas de campaña electoral, las paredes no tenían nada que envidiarle a las momias egipcias. Amanecían cubiertas con afiches de diferentes partidos y candidatos, no importa cómo, lo más importante en este sentido, era aparecer a vista de los ciudadanos, para llamar su atención, al menos para criticar, es una buena salida si hablamos de marketing. Sin duda hubo un alto índice de contaminación visual. Pero esta forma de publicidad no siempre era positiva. Muchas veces nos sorprendimos en la calle al ver a Alejandro Toledo con cuernos, a Keiko Fujimori con bigote, a PPK con el sombrero del 'Tío Sam' y a Ollanta Humala sin dientes. Cada uno de estos grafitis acompañado de su respectivo insulto e inscripción como corrupto, fumón, madre mía, mentiroso, yankee, Comunicore, entre los más frecuentes. Hubo personas que no se quejaron de la excesiva publicidad, y fueron las de algunos sectores pobres de la población. Ellas no tuvieron mejor idea que robarse los parantes de madera de estos paneles para sostener sus precarias viviendas y los grandes avisos para abrigarse. Si los candidatos querían que los electores soñaran con ellos, tengan por seguro que cumplieron su objetivo. Hay que aclarar que, si la gente lo hace, es por necesidad. Algunos se tomaron la final electrizante de las elecciones muy en serio. Inclusive, en la osadía de destacar los voluminosos carteles, llegaron a colgarlos en lo alto de torres de alta tensión, sin medir el peligro. En otras situaciones se llegó a la intimidación. Un ejemplo de ello son las pintas que realizó un partido político en la puerta del Jurado Electoral Especial (JEE), contra la Dra. Flor de María Bazán. Incluso llegaron a mandar mensajes de texto que contenían amenazas a la integridad física de su persona. Flor de María, finalmente tuvo que pedir garantías para su vida. Todo esto fue ocasionado luego de que un postulante al congreso fuese declarado improcedente tras ser tachado primero por el ente electoral especial del Callao y posteriormente por el mismo Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Unas de las misiones de los candidatos era capturar la atención de los jóvenes, y si antes la herramienta era el “reggaetón”, ahora fueron las redes sociales. Las páginas web, el twitter y hasta el facebook se hicieron presentes. Un “me gusta” muchas veces podía significar un voto más, en teoría claro está. Las calles están forradas de modo que paredes, fabricas, colegios, mercados, puentes, postes, torres de alta tensión, garitas de peaje entre otros no tienen un espacio sin cubrir. Nos preguntamos si los partidos al final se tomaran la molestia de retirar sus anuncios y afiches pasados los comicios. Estas elecciones todavía no acaban, seguro que la segunda vuelta tiene otras excentricidades que posiblemente, en otra central, trataremos de abordar.

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