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Tumbas de cementerio Santa Rosa del Callao colindan con calles veredas y viviendas del lugar

Sepultados en el olvido. Parece la lúgubre escena de una novela que muy pocos quisieran leer, pero la situación vivida por los residentes de la zona del cerro ‘La Regla’ en el límite del Callao y San Martín de Porres es, aunque macabra, real. Ellos prácticamente conviven con los muertos.

El cementerio Santa Rosa del primer puerto ha ganado terreno a punta de informalidad, y ahora, luego de haber sido creado hace 50 años con unos pocos nichos, parece un ‘barrio residencial’ con cada vez más inquilinos.

En este tétrico lugar las tumbas colindan con calles y viviendas. No hay paredes ni cerco que cubra el perímetro y las tumbas están al descubierto, al lado de la verada. Los nichos empezaron en la parte baja y luego se multiplicaron hasta convertir el terreno en un tenebroso laberinto.

Más miedo a los vivos que a los muertos
La necrópolis erigida hace medio siglo ha crecido en un desorden sólo digno del olvido de las autoridades. No tiene paredes y aunque se pude ingresar por donde uno quiera, a manera de entrada principal se ha abierto un boquerón en las entrañas de uno de los pabellones exteriores. Por esa ‘diferencia’ no se hacen problema las personas de mal vivir: ellos entran cuando se les da la gana.

La situación es tan penosa que las lápidas son destruidas por los desadaptados quienes entran a robar o a drogarse. Muchos de los familiares dejan flores y bonitos arreglos, y al día siguiente no encuentra nada, ni siquiera la foto de sus seres amados.

“Solamente han aumentado los nichos, pero no hay seguridad. No hay orden, lo han hecho como quieren”, relata una indignada visitante quien con tristeza ve como han dañado la cripta de su madre.

Casos de este tipo se repiten innumerables veces. Según relatan las personas, no hay nadie que cuide el lugar y nadie hace nada para poner una solución.

El inconveniente va más allá de la desaparición de criptas o flores. El cementerio ha sido tomado como ‘fuerte’ por los asaltantes de varias zonas. Ellos entran al ‘cerro laberinto’ y luego de drogarse esperan a sus víctimas. Como zombis, se levantan en medio de la noche y arrebatan con apetito inusitado los objetos de valor y en tristes ocasiones, más que eso.

“Aquí nadie sale de noche, no por miedo a los muertitos, sino porque los ‘choros’ están ahí nomás. Roban a cualquiera: a los chicos los patean, y a las chicas la quieren violar. Es bien peligroso”, dice José Alvares, ‘vecino’ de la zona y de los nichos.

El patrullaje en este lugar es casi nulo y los hechos delictivos siguen aterrando a los lugareños más que los propios cadáveres que están en sus nichos, a sólo unos metros de las viviendas.

La necrópolis de los neonatos
El cementerio Santa Rosa del cerro ‘La Regla’ tiene más de 20 mil occisos y, curiosamente, es uno de los que tiene más tumbas de recién nacidos. En la parte alta del lugar hay docenas de pabellones con centenares de pequeños cadáveres. Según se indicó, la mayoría de los fallecimientos se dieron en los últimos cinco años y aún se desconoce porque los pequeños fallecidos fueron a parar al mencionado lugar.

Según barajan algunas fuentes, el camposanto está bajo la dirección de la municipalidad del Callao, sin embargo, fuentes de la comuna revelaron que la entidad sólo tiene jurisdicción sobre el ‘Baquijano y Carrillo’, y ningún otro.

La otra institución que podía hacerse cargo del tema es la Sociedad de Beneficencia Pública del Callao, encabezada ahora por el señor George Víctor Collantes Fernández. Según informaron tampoco responden por el extraño cementerio.

Según aseguró categóricamente Márdem Torres, de la Gerencia de Producción y Asistenta Social, la mencionada entidad no se hace cargo de la administración del lugar.

Por su parte, Rosario Aparicio, en nombre de la presidencia de la Beneficencia coincidió con Torres: definitivamente esta dependencia tampoco vela por la administración del terreno donde aproximadamente reposan 20 mil occisos.

Sin autoridad que responda, no se puede determinar con certeza el por qué de la gran cantidad de entierros de neonatos. Podrían barajarse un sinfín de motivos, sin embargo es saludable pensar en la respuesta más simple: la falta de recursos económicos condena a estos pequeños a reposar en un laberinto olvidado por muchos.

Reclamos desde ultratumba
En la parte alta del lugar, a sólo a dos metros del cementerio, existe un asentamiento humano. Para llegar a él se debe cruzar las tumbas. Armarse de valentía es necesario para esquivar ánimas celosas o algún ‘vivo’ que quiera robar.

“Yo no salgo de noche, mejor me quedo en mi casa, más que nada por mi hija” dice una vecina que sólo sale de su casa cuando el sol la protege.

No es la única con temor a lo sobrenatural. Según cuenta una joven, ella y sus familiares han conocido que los cuentos de terror pueden ser ciertos.

“Antes que se acerque el día de los muertos vienen a penar a la puerta. O sea, suenan cosas raras. Sonidos raros se escuchan” cuenta Mónica Castillo, joven del lugar.

Se podría pensar que los muertos de este lugar reclaman un mejor trato. No es para menos pues el vetusto laberinto donde los han dejado se ha convertido en una zona peligrosa donde todo puede suceder. Es necesario solucionar este problema de inmediato a favor de los residentes del cerro ‘La Regla’ y zonas aledañas. Por el bien de ellos, no vale que los encargados se hagan ‘los vivos’.

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  1. x favor me pueden poner los requisitos para trasladar un cadber

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  2. Yo vivo cerca sde ahi , y siempre vamos los domingos a visitar nuestros familiares nunca se encuentra nad a, rompen la luna se llevan las cosas que dejamos , pagamos para que haya seguridad y no la ponen

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